a Roko
Anoche soñé con el señor de las luciérnagas
tenía el oficio baldío de alimentarlas
revoloteaban en el ocaso
poniéndose el sol y ellas bailando.
Aquel hombre de manos de tierra
juntaba pencas de gigantes tuneras
y trepando entre sus pinchos
como grandes clavos escalera
subía hasta el cénit alogándose
derramando un aceite
de miel como en dibujos.
Al otro lado del mar, en el puerto,
yo veía en la noche negra
cómo los puntos de luz se organizaban
formando así costernaciones
formando así constelaciones.
- Nira Rodríguez, "Hacerse la muerta", Editorial Vitrubio 2013.